Mis 12 problemas ecosocialistas
El pragmatismo americano, la política como resolución de problemas y Richard Feynman
Construction in green - Ralph Balson - 1942
Nueva obsesión: el pragmatismo americano
En los últimos meses he estado leyendo bastante obsesivamente sobre pragmatismo, ampliamente reconocido como “la tradición de pensamiento filosófico más genuinamente americana”1. Surgida del shock de la Guerra Civil americana, el avance científico en un país en rápida industrialización, y el impacto de las teorías de Darwin, esta rama filosófica ha condicionado durante mucho tiempo el modo de ser, pensar y actuar de dicho país. Se dice que para entender a la izquierda americana (el liberalismo como lo llaman allí) es más importante Dewey que Marx, a diferencia de lo que ocurre en las izquierdas europeas. La tradición pragmática americana se inicia con filósofos como Charles Sanders Peirce, William James y John Dewey a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y, tras una pérdida de popularidad a mediados de siglo, resurge a finales del XX en el llamado neopragmatismo, con filósofos de la ciencia como Hilary Putnam o Susan Haack, autores vinculados al marxismo y al cristianismo profético negro, como Cornel West y, sobre todo, el influyente e ingenioso Richard Rorty, al que he dedicado muchas horas de lectura estos meses sin tener muy claro aún por qué.
La proposición más conocida y polémica del pragmatismo es relacionar la verdad a criterios de utilidad práctica, (“es verdad aquello que nos es útil para enfrentarnos al mundo”) frente a otros criterios como el de correspondencia (algo es verdad cuando representa fielmente la realidad) o el de coherencia. Expresado de una forma algo más débil y menos polémica, se podría decir que “Las ideas se miden en sus efectos”. Esta formulación de Dewey que a menudo repite Pablo Bustinduy, tiene profundas consecuencias políticas, aunque no todos los neo-pragmatistas están de acuerdo con esta teoría de la verdad.
Las otras principales características del pragmatismo son, uno: su pluralismo (de hecho, fue William James quien inventó en 1895 el término multiverso). Es decir, que existen numerosas realidades particulares a cada persona o comunidad que existe en el mundo, siendo imposible una visión-de-Dios completamente objetiva.
Dos: una concepción práctica de la vida, de ahí el nombre, en la que los seres humanos construimos el mundo y, por tanto, somos capaces de transformarlo2. Como dice Borges, William James Nos propone así un mundo vivo, un mundo inacabado, cuyo destino incierto y precioso depende de nosotros, “una aventura verdadera, con verdadero riesgo”3
Y tres, una preferencia por lo concreto frente a lo abstracto, por el empirismo frente al racionalismo: “el pragmatista se vuelve hacia la concreción y la determinación, se dirige hacia los hechos, hacia la acción y hacia el poder” dice James y <<se aparta de la abstracción y la insuficiencia de las soluciones verbales, de las malas razones a priori, de los principios inmutables, de los sistemas cerrados y de los pretendidos “absolutos” y “orígenes”>>4
La política como resolución de problemas
Con esta visión pluralista, práctica y concreta, el pragmatismo no quiere producir conocimientos o análisis sistémicos de la realidad general, rechazando esa voluntad muy querida por el marxismo y otras filosofías más continentales de encontrar grandes respuestas o teorías omnicomprensivas que expliquen el funcionamiento de la sociedad o el fundamento último de la realidad. Por el contrario, para el pragmatismo la tarea teórica y filosófica debe estar orientada fundamentalmente a la resolución práctica de problemas específicos en contextos concretos, tanto en el ámbito filosófico como en el ámbito moral y social. Fuertemente influido por el método científico y el pensamiento evolucionista, el pragmatismo clásico tiene una fuerte componente experimentalista.
Para el más político de los pragmatistas clásicos, John Dewey: la política es probar soluciones a los problemas sociales hasta dar con lo que una mayoría de gente libre considera que funciona para vivir mejor. Este espíritu impregnó, por ejemplo, todo el New Deal, y nadie lo expresó mejor que el propio Roosevelt durante la campaña que le llevaría a la presidencia.
"El país necesita y, a menos que me equivoque en su temperamento, el país exige una experimentación audaz y persistente. Es de sentido común tomar un método y probarlo: Si falla, admítalo francamente y pruebe otro. Pero sobre todo, intente algo. Los millones que están en necesidad no permanecerán callados para siempre mientras las cosas que satisfacen sus necesidades están al alcance de la mano."5
Inseparable del proyecto democrático estadounidense, y como nos recuerda West ciego en muchos casos a su lado oscuro de esclavitud, segregación o racismo con el que ha pactado en numerosas ocasiones, la proyección política del pragmatismo americano es la de un reformismo y un meliorismo (la idea de que el mundo puede ir a mejor aunque no esté asegurado) basado no en leyes históricas o un fundamento último racional sino en la esperanza y el deseo de un mundo menos cruel y más justo.
"Mi candidato para la capacidad humana más distintiva y digna de elogio es nuestra habilidad para confiar y cooperar con otras personas, y en particular para trabajar juntos con el fin de mejorar el futuro."
Richard Rorty
12 problemas ecosocialistas
Esta visión de la política como experimentación para resolver problemas específicos en contextos concretos podría ser especialmente útil para el ecosocialismo, que a veces está más obsesionado con debates teóricos como antropoceno o capitaloceno reflejan mejor la época que vivimos, explicar si el capitalismo verde o la transición ecológica dentro del capitalismo son posibles o no, o si va a ocurrir o no el colapso. Quizás el ecosocialismo debería centrarse más en plantear ideas prácticas (ideas entendidas, desde la tradición pragmática americana, como herramientas cuya utilidad se mide en sus efectos) para resolver problemas concretos actuales.
Esta visión de la política como resolución de problemas me ha recordado a los llamados “12 problemas de Feynman”. Cuando Feynman quería explicar buena parte de su productividad científica, decía que siempre tenía 12 problemas favoritos en física a los que se preguntaba si debía aplicar cualquier nueva teoría, investigación o estudio que se encontrase. La frase concreta es:
"Debes mantener una docena de tus problemas favoritos constantemente presentes en tu mente, aunque en general permanecerán en estado latente. Cada vez que escuches o leas un nuevo truco o un nuevo resultado, pruébalo contra cada uno de tus doce problemas para ver si ayuda. De vez en cuando habrá un acierto, y la gente dirá: '¿Cómo lo hizo? ¡Debe ser un genio!'"
Richard Feynman
Es una de los consejos que suelen darse actualmente para aprovechar la información desbordante que recibimos cada día por medios digitales: tener una serie de problemas fundamentales (personales, políticos o filosóficos) que permitan seleccionar, limitar y dirigir información a la que estamos expuestos.
Cualquier investigación, científica, política o de cualquier otro tipo, es una actividad colectiva alimentada por obsesiones individuales y por eso, quizá cada militante ecosocialista debería tener su propia versión política de los "12 problemas de Feynman" que dirijan su pensamiento y acción política.
La cuestión clave es cuál es el grado de abstracción óptimo de estos problemas, porque uno podría plantear grandes cuestiones filosóficas como ¿Qué es el poder? o extremadamente coyunturales tipo ¿cómo reformamos la evaluación ambiental para garantizar un despliegue rápido de las renovables que no ponga en riesgo la biodiversidad?. Creo que lo mejor sería combinar problemas de diferentes niveles de abstracción, pero priorizando aquellos asimilables a lo que Merton llamaba en sociología “teorías de alcance intermedio”: problemas políticos limitados, con suficiente abstracción para que puedan ser útiles en otros contextos pero sin pretensión de explicación universal. Acabo así, con una lista provisional de temas que tengo en la cabeza más o menos habitualmente y que seguiré explorando en este blog y en la militancia cotidiana:
Mis 12 problemas ecosocialistas, sin ningún orden particular de relevancia:
¿Cómo articulamos un bloque ecosocialista democrático mayoritario en España? ¿Cuáles son los componentes fundamentales de esta coalición a nivel político y sociológico? ¿Cuál es el papel de las clases medias? ¿Se articula en torno a identidades o valores? ¿En torno a reivindicaciones? ¿Son imprescindibles los liderazgos fuertes como dice el populismo?
¿Por qué motivos vota la gente? ¿Qué importancia tienen las identidades de grupo, los valores morales o la ideología? ¿Cómo persuadir para votar (y actuar) políticamente a favor de la transición ecológica en un país con tanta polarización izquierda-derecha como España?
¿Cómo va a afectar la transición ecológica y el cambio climático a las identidades políticas, los intereses materiales y el sistema de partidos y organizaciones políticas en España? ¿Se producirá un clivaje climático? ¿Cómo afectará a los ya existentes?
¿Qué reformas políticamente viables pueden ayudar a encajar la economía dentro de los límites planetarios? ¿Qué instituciones políticamente estables nos permiten producir bienestar sin crecimiento? ¿Es posible la planificación ecológica y democrática? ¿Cómo avanzamos hacia ella en España?
¿Cuál es el papel de la esperanza y la utopía en la política? ¿Cómo se ven afectadas por el empeoramiento de la crisis climática? ¿Cómo se aterriza en la práctica cotidiana de partidos y organizaciones?
¿Cómo implementamos políticas públicas de descarbonización y adaptación en ámbitos concretos (por ejemplo los sistemas sanitarios) en ausencia de mayorías ecosocialistas? ¿Cómo dependen estas políticas públicas de la evidencia científica y de las coaliciones de agentes políticos, económicos y sociales que configuran esos ámbitos concretos?
¿Cómo nos enfrentamos individualmente, psicológicamente, a la perspectiva de un mundo peor debido a la crisis climática? ¿Tiene potencia política? ¿Es simplemente autocuidado y terapeútica?
¿Qué hacer cuándo en un determinado conflicto o elección concreta la postura ecologista o ecosocialista no es popular y dificulta ganarlos? ¿Puede existir un ecosocialismo realista en lo político? ¿Cuáles son sus riesgos?
¿Cómo afrontamos la alternancia política entre izquierda y derecha para que afecte lo menos posible al ritmo de la transición ecológica? ¿Es posible hacer algo desde la izquierda o desde el ecologismo? ¿Es posible un “consenso climático” similar al “consenso keynesiano” de posguerra? ¿Qué consecuencias tendría?
¿Cómo afectan las particulares condiciones geográficas, económicas, sociológicas y políticas de España a la forma y contenido que debería adoptar el ecosocialismo en nuestro país?
¿Cuáles son los factores fundamentales que alimentan globalmente, y especialmente en Europa, la oleada reaccionaria? ¿Qué podemos hacer los hombres para desactivar el rencor masculinista del que se alimenta una parte? ¿Existen malestares legítimos que pueden ser asumidos y replanteados desde el ecosocialismo o son pasiones que sólo pueden ser combatidas o contenidas?
¿Cómo se articulan las transformaciones necesarias a largo plazo con la política entendida como un oficio del siguiente paso?
La evasión americana de la filosofía, una genealogía del pragmatismo. Cornel West
Sí, las resonancias con la famosa XI tesis de Marx son claras. Y, de hecho, Habermas (muy influenciado por el pragmatismo) dice que el pragmatismo, el marxismo y el existencialismo son las tres únicas respuestas productivas a Hegel.
https://www.unav.es/gep/NotaPreliminarBorgesJames.pdf
William James, Pragmatismo.